sabemos de gaviotas, de olas y de peces
del tamaño anormal de las carencias
del latir aferrándose a la nada
de la complicidad en lo imposible
del incontrolable deseo desdoblado
del caminar erguidos pese a todo
y la paciencia de la espera
del simpático reír de buena gana
de la única forma de amarnos totalmente
de la incesante vigilia que nos pesa
de la fácil apariencia de las cosas
de robarnos los besos a escondidas
del gris de la luna en las mañanas
de confiar en el hombre desconfiando
de necesidades calladas controladas
de verdades y mentiras pequeñitas
de iras, rabias y oquedades
y de silencios también, muchos silencios.
Ena Columbié
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